Hace bastante tiempo Alaric Dragunov fue un magistrado brillante y temido, conocido por su dominio absoluto de los recursos del reino. Dinero, propiedades, favores… nada escapaba a su control. Su habilidad para manipular la ley lo convirtió en una figura indispensable para quienes buscaban poder, y su reputación de eficiencia lo blindó ante toda sospecha. Sin embargo, bajo la superficie de ese prestigio se ocultaba una mente calculadora, dedicada a torcer el sistema en beneficio propio.

Lo que comenzó como simples ajustes contables terminó siendo un fraude tan elaborado que nadie podía rastrearlo. Alaric construyó una red de influencias, negocios y cuentas que respondían solo a él. Durante años disfrutó de los frutos de su engaño, convencido de que nadie sería capaz de tocarlo. Hasta que apareció Sergei Vetrova, un hombre proveniente de los rincones más oscuros del mundo político y criminal.

Sergei descubrió lo que Alaric hacía, pero no lo delató. En lugar de eso, le ofreció un trato: su silencio a cambio de sus habilidades. A partir de entonces, Alaric se convirtió en el arquitecto financiero de una organización clandestina que movía fortunas fuera del alcance de la ley. Lavó dinero, desapareció nombres y creó rutas imposibles de rastrear. Su intelecto y falta de escrúpulos lo convirtieron rápidamente en el segundo al mando.

Cuando las autoridades comenzaron a acercarse, Sergei le proporcionó los medios para borrar su identidad y desaparecer del mapa. Alaric abandonó su antigua vida, su nombre público y sus registros, pero no su ambición. Desde entonces opera en la sombra, construyendo poder lejos de los ojos del mundo. Quienes lo conocieron dicen que murió; los que aún lo buscan, temen descubrir que simplemente cambió de rostro.